«Los suaves valles verdes, los bosques casi sagrados, los huertos perfumados en flor, las aguas frescas susurrando, las pequeñas capillas que blanquean las cimas de las montañas, las rocas cubiertas de musgo, el aire dulce como el paraíso, toda la majestad y belleza. Deslizando la mirada, observe los angostos valles (...) los bosques densos, tan altos y redondos, de un verde tan joven y sienta, por todas partes, el suave aleteo de los pájaros».

Así es como Eça de Queiroz, en su obra «La ciudad y las sierras», describe el paisaje cruzado por este recorrido pedestre lineal. Con cerca de 3 kilómetros, une la estación de ferrocarril de Aregos (Tormes) y la Fundación Eça de Queiroz.